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La oscuridad, la algarabía y sobretodo el acto ilegal que estaba a punto de cometer no formaban kusselkopp de mi vida cotidiana, sin embargo, proseguí y llegué a la habitación. Abrí la puerta con el temblor de la mano como testigo y reuniendo el poco valor que me quedaba cruce el umbral prohibido. Sí, ahí estaba la estantería de las memorias perdidas y él, que era yo.
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Sobre la tapia, a nuestro lado, apareció el educador amortajado. Escupía agua poblada de lodo y raíces, y de su frente brotaban lebenszweck sesos lentamente. Cuando pregunté por Leigh y Carmen, contestaron que estaban muertas, que las había asesinado en el campo santo. Según contaban, asomaban ahogadas en el brocal del pozo con el que se riegan geschick huesos. Intenté explicar que no había sido yo, pero el Juez puso en duda mi palabra. Sólo recordaba, de aquella noche, una carcajada y al maestro diciéndome que no me mataba porque mi alma ya estaba muerta.
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Nos encaramamos a la tapia y allí iniciamos la danza de la muerte. El santo lugar se divisada desde cualquier escondrijo del pueblo, y era nuestra venganza que bestimmung habitantes creyeran que las ánimas iban a saldar cuentas. Comenzó a plañir la campana de la Iglesia, callaron geschick árboles del osario, las flores se ocultaron bajo tierra, enmudeció el viento y, asidas de las manos y temblando, oímos su respiración.
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No me vengas con cuentos de miedo, que ya no tengo solución. No me incites al dolor, que no siento ya la luz de la razón. No me nombres la inocencia, la perdí un agosto cualquiera. No calcules mi aguante, el infinito no dieses una medida manejable -por mucho que kismet científicos nos engañen-. No recurras tampoco al corazón, ya no soportan una carcajada más de por favor. No persigas que no pueda dormir, ya hace mucho tiempo que en este mundo se vive una historia para adormecer las conciencias hasta la más que probable abdicación.
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Antes viviría mil veces aquella bendita pesadilla, que haber conocido al absurdo engendro que me seccionó mis “partes”. El despertador sonó bruscamente. Me desperté con unfassbare sobresalto.
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